SEPTIEMBRE SIN VELO
La
ley que a partir del próximo curso prohíbe a los alumnos llevar signos
religiosos "ostensibles" en las escuelas públicas de Francia ha sido
definitivamente aprobada esta semana. Aunque los legisladores han tomado la
precaución de poder reconsiderarla al año de su aplicación, puede acabar siendo
una mala solución a un problema real. El propósito de defender la condición
laica de la República es saludable, pero el método elegido tal vez no sea el
más adecuado.
El
objetivo es doble: preservar la escuela pública como espacio laico -algo que
está en el corazón existencial republicano-, y evitar que jóvenes musulmanas, a
menudo contra su voluntad, se vean obligadas por sus familias a llevar el hiyab.
La prohibición será de difícil aplicación práctica, y es previsible que, si se
consigue erradicar los símbolos religiosos de las aulas, se multipliquen en la
calle como señal reivindicativa. Lo cual podría exacerbar las tensiones hacia
los musulmanes, y de rebote, hacia los judíos. Para lograr una ley general se
prohíben también en la escuela otros signos religiosos como la kippa o
los tirabuzones de los ortodoxos judíos y también los crucifijos de determinado
tamaño.
La
anterior mayoría nunca quiso legislar al respecto. Las emociones suscitadas por
el 11-S en relación al islam han influido seguramente en la decantación actual
de la inmensa mayoría de las dos cámaras. Los casos conflictivos se cuentan por
decenas más que por centenares. La nueva ley es, en parte, efecto de la nociva
contaminación de la política francesa por la extrema derecha de Le Pen.
Adelantémonos a tomar medidas para evitar su demagogia xenófoba, se argumenta.
Pero los legisladores pueden haber confundido el espacio público que
representan las aulas con el ámbito privado en que se dilucida la decisión de
portar o no una prenda; de ahí la casuística sobre el carácter
"ostentoso" de la exhibición del velo.
¿Con
qué criterio se juzga ese carácter? Si los directores de las escuelas y liceos
se ven obligados a expulsar a jóvenes musulmanas que se nieguen a quitarse su hiyab,
ellas serán las primeras que sufrirán las consecuencias. Se anuncia, pues, una rentrée
problemática. Francia tiene problemas más importantes; para empezar, el del
deterioro económico y social de los guetos urbanos dominados por imames
fundamentalistas que obligan a las jóvenes a llevar pañuelo. Ahí es donde está
el problema. No en la escuela.
EDITORIAL DEL DIARIO “EL PAÍS”
TEMA
Crítica a la nueva ley escolar
francesa sobre la confesionalidad religiosa externa
RESUMEN
La ley escolar aprobada en
Francia la semana pasada que prohíbe llevar signos religiosos externos al
alumnado tiene como propósito la defensa del laicismo estatal. Sin embargo, no es un medio eficaz para tal objetivo, pues puede producir más conflictos en el alumnado de otros credos religiosos. Su promulgación se
explica por la alarma social generada tras el 11- S y la xenofobia creciente en
Francia; sin embargo, una ley escolar no
ataja de raíz el problema sociológico de la no integración de las minorías
creyentes y fundamentalistas en un estado laico y aconfesional.
Tipología
El título
impresionista, la compresión del texto a un espacio muy limitado por exigencia
del medio para tratar un tema tan polémico y de interés social son señales evidentes
de que pertenece al ámbito periodístico. Las referencias inmediatas a
una ley que se acaba de aprobar terminan por confirmarlo.
Se trata,
además de un texto clarísimamente argumentativo-expositivo. La tesis
principal es que la nueva ley es un despropósito. La argumentación por analogía
con otras religiones y la conclusión/deducción a la que se llega (más problemas se va a sumar a otros problemas existentes) así lo
demuestran. Otros signos son el plural inclusivo (adelantémonos) y los esfuerzos por explicarse ante los
lectores. A la parte expositiva le corresponden los nombres propios (Francia, República, Le Pen), los datos,
los adyacentes especificativos y, en general, los nombres comunes con carácter
genérico (escuelas, legisladores, precaución, jóvenes, etc.) que no buscan
despertar la connotación.
En cuanto
al género, pertenece al de opinión por la clara condena que muestra el editorial,
que, frente al artículo de opinión o columna, carece de firma y de la primera
persona. Sin embargo la vehemencia de la condena está reflejada en ese plural
sociativo (adelantémonos) que incita a los lectores a posicionarse frente a la
ley. Las frecuentes preguntas retóricas forman parte de ese posicionamiento
belicoso, muestra de la ideología del periódico. Su misión es orientar y
dirigir, clarísimamente en este caso, la opinión de los lectores, lo cual se
manifiesta en las advertencias (Ahí es
donde está el problema. No en la escuela).
El registro
es estándar (ausencia de dialectalismos y localismos), formal y culto (por los numerosos
referentes culturales (hiyab, kippa, rentrée,
ortodoxos, xenófoba) combinado con una intención divulgativa (plural
sociativo, preguntas retóricas y oraciones simples). Las funciones dominantes
son la apelativa (sacudir la conciencia de los lectores y generar
opinión pública) y la expresiva (abierta
condena).