jueves, 12 de marzo de 2015

BELLAS, un ejemplo de respuesta a la tipología textual


Se busca la palabra más bella del español. Lo hacen, vía internet, los promotores de una web que en torno al Día del Libro coronarán con todos los honores a la reina del diccionario. En principio no pasa de ser una curiosidad anecdótica, un entretenimiento más para una sociedad a la que le gusta hacer campeonatos de todo. La palabra más bonita, el bocadillo más grande, el pico más alto, el ayuntamiento más corrupto: materiales que se pueden encontrar diariamente en los periódicos y al final pasan sin pena ni gloria y sin dejar ningún rastro en el recuerdo. Ciertamente es un absurdo pretender que una sola palabra se imponga a las demás por su superior hermosura. Ese valor dependerá, entre otras cosas, de las vivencias particulares de cada hablante. Para el sediento no habrá término más grato que 'agua', pero el perseguido soñará con 'libertad' y los enamorados, claro es, dirán 'amor' sin pensárselo dos veces. La gente apresurada se inclinará por 'ya' o por 'reloj', mientras que 'dulce' sonará bien a los golosos, 'dinero' a los pobres y a los codiciosos, 'sueño' a los dormilones y fantasiosos y 'nostalgia' a los viejos y a los memoriosos. 

       Va a ser, pues, una votación que de puro democrática acabará arrojando resultados tan arbitrarios como lo es el lenguaje mismo. Pero la gracia de la encuesta está en lo que las respuestas revelen acerca del contestador de turno. El presidente Rodríguez Zapatero ha elegido 'generosidad', casi un sinónimo de ese 'talante' que parece llevar por lema. Y el opositor Rajoy, en un rapto de inspiración inhabitual en él, ha propuesto la palabra 'palabra'. Lo cual no quiere decir que el uno sea generoso y el otro elocuente: suele suceder que nos definimos por aquello que nos falta y no por lo que nos define. Por eso las voces más votadas por el público en general están siendo hasta el momento las que se supone propias de los poetas, la mayoría de ellas tan cursis que acabarán colocando en el primer puesto términos como almíbar, merengue o confitería. 

Decía Julio Camba hablando de la lengua italiana que lo bello no son las palabras, sino la boca que las pronuncia. Tenía toda la razón. Los idiomas y sus componentes pueden ser tan feroces como deliciosos; con frecuencia, en la mayoría de ellos no hace falta siquiera conocer el significado de los términos para sentir su caricia o su zarpazo. La palabra más refinada del mundo pierde la belleza si se emplea con mala intención, al igual que la malsonante adquiere cierto esplendor y hasta no poco de musicalidad cuando alguien la deja caer con gracia o con cariño. Dentro de unos días conoceremos el nombre de Miss Palabra del castellano, pero no se dejen deslumbrar por eso. Las hay a miles.


Tema: Crítica a un concurso para encontrar la palabra más bella en castellano

Resumen: En Internet se convoca uno de tantos concursos mediáticos para averiguar cuál es la palabra más bella en castellano, lo cual constituye un despropósito porque  las respuestas son muy relativas y subjetivas. Hay muchas palabras  bonitas si su sentido no es tergiversado y se dicen oportunamente.

Justifica el tipo de texto, el ámbito al que pertenece y el género que le corresponde valiéndote de, por lo menos, dos argumentos para cada cuestión.
                            No resulta difícil adjudicar este texto al ámbito periodístico dado que se puede encontrar un léxico moderno (internet, web, etc), hay referencias a la realidad inmediata (el Día del libro, dentro de unos días, etc), preocupación por un título llamativo (Bellas) y desarrollo de un tema de interés social (un concurso para buscar la palabra más bonita)
                        Tampoco es complicado considerarlo un texto argumentativo expositivo dado que hay una tesis (un concurso de este tipo es un despropósito), una estructura deductiva puesto que la tesis se encuentra casi al principio (Ciertamente es un absurdo pretender....) y para demostrarla se recurre, además de a numerosos ejemplos, a argumentos de autoridad (Decía Julio Camba...). A la parte expositiva le corresponde la información objetiva (Internet, Día del libro, concurso, etc.)
                        En cuanto al género es evidente que pertenece al género de opinión, más concretamente al artículo de opinión. Así lo confirman la presencia del nosotros inclusivo (nos definimos por aquello que nos falta), el léxico valorativo (cursis, absurdo, arbitrarios), ironía (rapto de inspiración inhabitual en él, coronarán a la reina del diccionario). Además se puede argüir que hay una estructura dialogizante y una referencia concreta a los lectores (pero no se dejen deslumbrar por eso)

                        Finalmente, podemos decir que el texto persigue una finalidad divulgativa y que, a las funciones propias de este tipo de texto (la expresiva y la apelativa) se añade la metalingüística, dados las numerosas reflexiones y ejemplos lingüísticos que se aportan.