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CUARENTA EN CLASE
Dicen “éramos en clase más de cuarenta”
desde la altura ensoberbecida de la edad, desde la supuesta autoridad que
conceden las canas sobre esta juventud de ahora tan incapaz de hacer el menor
sacrificio. Y también sobre estos melindrosos profesores sin agallas que
amenazan con coger la baja si les molesta el ruido en clase. Ah, qué tiempos
aquellos. Uno de los efectos perversos de la poda generalizada de servicios
públicos es el envalentonamiento de cierta gente que antes ni siquiera se
habría atrevido a opinar en público pero ahora sienta cátedra de sabiduría
económica, cultural o educativa. Son los que ahora apoyan las medidas anunciadas
por Wert diciendo “éramos cuarenta en clase y no nos pasó nada”, lo cual puede
tener algo de verdad, pero solo si hablamos en términos de supervivencia.
El hecho de que muchos de esos
alumnos de instituto amontonados en grupos como rebaños hubieran salido
adelante en las carreras o las profesiones no prueba la calidad del sistema,
sino la ilimitada capacidad humana para adaptarse a las circunstancias. No se
aclara que aquellos cuarenta éramos unos privilegiados, el resultado de una
criba que dejaba fuera a los más problemáticos holgazanes, disruptores o
atrasados. Se omite también el hecho nada irrelevante de que la sociedad entera
conspiraba a favor de una escuela autoritaria donde era impensable la rebelión,
el altercado, el simple estornudo. Desde lo alto de la tarima el profesor
desgranaba el recitado del día sin una sola interrupción. Nada perturbaba el
discurso monocorde y generalmente rancio de unos docentes doblemente blindados
contra la novedad y contra la crítica, justo lo contrario de estos pobres
desdichados de hoy día cuya primera misión al entrar en el aula es conquistar
un imposible silencio y hacerse oír en medio de la algarabía.
Los tiempos cambian. Lo que se consideraba aceptable
treinta años atrás ha pasado a ser inconcebible a estas alturas del siglo XXI.
A un grupo homogéneo de cuarenta o cincuenta chavales sumergidos en una balsa
de aceite se le podía enseñar perfectamente la lista de los ríos de la
Península, la tabla del ocho o el Florido Pensil, pero no para practicar la
conversación en inglés o aprender las nuevas tecnologías. Éramos cuarenta en
clase y sí nos perdimos algo, por ejemplo el placer de la lectura, porque el
fomento de la sensibilidad está reñido
con las muchedumbres. Éramos cuarenta en
clase y contra el lugar común propalado por nostálgicos y bribones, recibimos
una atención educativa ínfima si se la compara con la que reciben nuestros
hijos en aulas más reducidas. Convertirlas ahora en camarotes de los hermanos
Marx es abocar a los profesores a la pérdida de salud y condenar la enseñaza a
un fracaso seguro, mucho más allá de los peores informes PISA.
Juan Bas
Tema
Resumen
Tipología
Redacción (240 palabras, 30 líneas aproximadamente, 3puntos): Los recortes presupuestarios en Educación.
Preguntas (4 puntos):
1. Define estas palabras indicando su categoría gramatical, composición
y su significado en el texto: ensoberbecida (l.1), melindrosos (l.3),
monocorde (l.17), envalentonamiento (l.5), y algarabía (l.20), .
2.
Plano léxico
semántico: indica los cultismos,
préstamos, sinónimos coloquialismos, antónimos, comparaciones , metáforas y sustantivos colectivos
3. Señala y clasifica las oraciones impersonales y
reflejas que encuentres en el texto.
4.
Analiza la
oración compuesta en proposiciones: para
practicar la conversación en inglés o adiestrar en el uso de las tecnologías es
preciso moverse en dimensiones más reducidas.
Tema:
El despropósito de 40 alumnos por clase en el sistema actual
Resumen:
Muchos nostálgicos aducen que tener cuarenta alumnos por
clase no dificulta el aprendizaje, según su experiencia. Olvidan que en esas
clases se había hecho una selección previa y el sistema era autoritario
mientras que el actual es muy permisivo. Además, la enseñanza pasiva de antaño
se opone a la activa y personalizada de hoy. Tal ratio sería hoy un desastre.
Tipología:
No nos cabe ninguna duda que el
texto pertenece al ámbito periodístico
porque está firmado por un columnista de El Correo, periódico conservador. La
realidad sobre la que versa, los recortes presupuestarios en educación, hacen
referencia a una realidad muy reciente. La compresión tan alta de un tema que
merecería un análisis más pormenorizado es también una exigencia del medio.
Finalmente, la aparición de neologismos, como disruptores, terminan por avalar lo que decimos
Su
tipificación como un texto argumentativo-expositivo
viene respaldada por la tesis de que la ratio 40 alumnos por clase no es válida
para la enseñanza actual. La consecuencia es que se producirá un desastre
mayor. Se trata de una estructura deductiva que se sirve de la comparación y el
contraste. Se utiliza el tipo de argumentación por experiencia personal y
social. Y se refuta la tesis contraria con el análisis de la situación actual.
Dentro del género opinión,
lo clasificamos como columna, dada la
relación laboral del autor con el periódico.
La opinión personal se evidencia en el uso de un vocabulario valorativo
(desdichados profesores, fracaso, atención ínfima, atrasados, disruptores,
etc.), figuras retóricas de amplia connotación (hipérbole: supervivencia,
metonimia: canas, comparación: como balsa de aceite, etc.). Otra prueba es el
uso del plural inclusivo (nuestros hijos), etc.
La función que
predomina es la apelativa puesto que
busca convencernos de las falacias de determinados prejuicios. El registro es
formal y estándar (sin dialectalismos) por exigencia del propio medio. A nivel
diastrático es culto-medio (ínfimo,
propalar, monocorde, disruptores
son las palabras más elevadas que podemos encontrar).
Plano léxico semántico:
Metonimia: canas
(l. 2)
Sinónimos:
aula/clase; alumnos/chavales/hijos en el aula; profesores/docentes/pobres
desdichados.
Comparación: como
rebaños (l. 10).
Colectivos: gente
(l. 5) grupos (l. 10), rebaños(l. 11) ,
muchedumbre (l. 26) sociedad (l. 5)
Antónimos: profesores/alumnos
Coloquialismos:
chavales (l. 22)
Compuestos cultos: (monocorde,
(l. 17) homogéneo, (l. 5) tecnología, nostálgico (l. 22), interrupción (l.
17), disruptores (l. 14).
Neologismo: disruptores
(l.14).
Impersonales:
Ocasionales (l. 1): Dicen
De infinitivo: practicar (l. 24),
enseñar (l.2 5), convertirlas (l. 29), abocar (l. 29), condenar (l. 30)
Pasivas reflejas: Se aclara (l. 12) se omite (l. 14), se considera (l. 21), se podía enseñar (l. 25),
Impersonal con se: “se la compara “ (l. 28)
Oración compuesta de 4 proposiciones:
Prop. Sub. Final : Para practicar….
Prop. Coord. Disyuntiva con la anterior y final de la
principal: o adiestrar….
Prop. Principal: es preciso….
Prop. Sub.sust. de infinitivo en función de sujeto:
moverse….
Comentario a la sintaxis
Conviven
en los artículos de opinión, columnas y,
más raramente, en los editoriales la sintaxis cohesionada y segmentada. Esta
aparente incongruencia se explica por la patente de corso de que gozan sus
autores con tal de llamar la atención de los lectores e imprimir dinamismo al
texto. Como ejemplo de estilo segmentado podemos citar la oración unimembre de
la línea 4 (Ah, qué tiempos aquellos). Manifestación de la más lisa y llana
subjetividad. Otra del mismo estilo la encontramos en la l. 21 (los tiempos
cambian).
En contraposición a este estilo
desenfadado podemos citar, a modo representativo, la oración compuesta de la
línea 10 (El hecho de que…..), en la cual podemos distinguir hasta 4
proposiciones (la principal: el hecho de que…); una sustantiva (de que muchos
de nosotros…); una corodinada adversativa (sino…) y una sustantiva (para
adaptarse…)
En conclusión
la sintaxis es variada, en general, medianamente compleja y, a veces, simple,
lindando lo coloquial.
La subjetividad y objetividad en el texto
La parte
expositiva se corresponde con la objetividad. Son objetivos los nombres propios
(Wert, PISA), los datos (40 alumnos/profesor, siglo XXI), y, en general los
nombres comunes con sentido generalizador que no buscan despertar la
connotación (institutos, profesores, alumnos, etc.). Además, los adjetivos y
adyacentes especificativos ayudan a precisar la información (nuevas tecnologías, sabiduría económica, social, cultural, etc.).
Otros elementos que coadyuvan a la objetividad son la ausencia de las modalidades
oracionales interrogativas y desiderativas , aparte del predominio del modo
indicativo en el verbo.
En contraposición
a esto, encontramos la parte subjetiva en el léxico abiertamente connotativo y
valorativo (ver los ejemplos citados), en las figuras retóricas (ver los
ejemplos citados), en las oraciones exclamativas
(Ah, qué tiempos aquellos), el orden enfático de las oraciones (aun grupo homogéneo
de…, l 22), etc.
En definitiva, podemos decir que es un
texto abiertamente subjetivo en comparación con la parte expositiva. Lo que
predomina es la condena tajante del autor a las medidas que pretende el
ministro Wert.
Estilística de
los tiempos verbales
Después de haber leído el texto y
analizado el planteamiento de la argumentación (el contraste entre el pasado y
el presente), resulta fácil comprobar que los dos tiempos dominantes y alternantes
son el pretérito imperfecto y el presente. Este, mayoritariamente durativo,
sirve para describir y explicar la situación actual y aquél para lo mismo en el
pasado. Así tenemos dicen, son, se omite,
etc., frente a se consideraba, se le
podía enseñar, éramos, etc. Para expresar la hipótesis y la probabilidad en
el pasado encontramos un pluscuamperfecto (hubieran
salido, l. 11) y un condicional compuesto (habría atrevido, l. 10). Para acciones puntuales en ese pasado del
que habla el autor encontramos el pretérito perfecto simple (no pasó nada,
l.8); recibimos, l. 28). Para subrayar un resultado de ese pasado que repercute
en el presente hallamos un pret. perfecto compuesto: ha pasado a ser, l. 21).
Adjetivos explicativos y especificativos
El texto tiene dos aspectos claramente
delimitados y opuestos. Por una parte, tenemos la objetividad de una exposición
a la cual corresponden los adjetivos especificativos (sabiduría económica, cultural o educativa, servicios
públicos, poda generalizada, capacidad humana,
escuela autoritaria). Por otra,
tenemos la subjetividad expresada en forma de adjetivos explicativos (melindrosos profesores, supuesta autoridad, esta juventud… tan incapaz, simple estornudo, pobres desdichados,
etc.).
Estilística de los tiempos verbales
Después de
haber leído el texto y analizado el planteamiento de la argumentación (el
contraste entre el pasado y el presente), resulta fácil comprobar que los dos
tiempos dominantes y alternantes son el pretérito imperfecto y el presente.
Este, mayoritariamente durativo, sirve para describir y explicar la situación
actual y aquél, para lo mismo en el pasado.
Así tenemos dicen, son, se omite,
etc., frente a se consideraba,
se le podía enseñar, éramos, etc. Para expresar la hipótesis y la probabilidad en el pasado encontramos un
pluscuamperfecto (hubieran salido,
l1) y un condicional compuesto (habría
atrevido, l. 10). Para acciones puntuales en ese pasado del que habla el
autor encontramos el pretérito perfecto simple (no pasó nada, l. 8; recibimos,
l. 28. Para subrayar un resultado de ese pasado en el presente encontramos un
pret. perfecto compuesto: ha pasado a
ser, l.21).
Perífrasis verbales
Son pocas las
perífrasis que se cuentan. Hay dos de probabilidad/ posibilidad (puede tener, l. 8 y podía enseñar, l. 22) y una aspectual resultativa (ha pasado a ser, l. 21), que pone de
manifiesto el resultado del proceso. La escasa presencia de perífrasis modales
reside en que el autor está seguro de aquello que defiende y su posición es
firme frente a los que opinan en contra.
Adjetivos explicativos y especificativos
El texto tiene
dos aspectos claramente delimitados y opuestos. Por una parte, tenemos la objetividad
de una exposición a la cual corresponden los adjetivos especificativos
(sabiduría económica, cultural o educativa, servicios públicos, poda generalizada, capacidad humana,
escuela autoritaria). Por otra,
tenemos la subjetividad de un artículo de opinión expresada en forma de
adjetivos explicativos (melindrosos
profesores, supuesta autoridad, esta
juventud… tan incapaz, simple estornudo, pobres desdichados, etc.)