Contexto social, cultural y literario de la Colmena
La Guerra Civil supuso un
desastre para los españoles en todos los ámbitos: ecónómico, social, cultural y
político. El aislamiento internacional ocasionó la autarquía de los años 40.
Fue época de grandes sequías, de cartillas de racionamiento, de estraperlo, de
fusilamientos y represión franquista, control policial, censura omnipresente y
el desmantelamiento de toda oposición crítica al Régimen. A ello había que
añadir el alto grado de desesperanza colectiva que había producido en toda
Europa la 2ª Guerra Mundial. Los
progresos sociales que la República había conseguido fueron anulados (difusión
de la cultura, reforma agraria, divorcio,
libertad de la mujer, etc.). Se había producido un empobrecimiento general y
acusado de la población, la imposición
del imperial catolicismo. Además, hay que añadir condiciones sanitarias ínfimas, situación
general de supervivencia, censura en todos los órdenes de la vida, purga
política de intelectuales y sindicalistas, etc. Se produjo una concentración de
poder enorme y un integrismo político y religioso que impedía el florecimiento
de la cultura.
En
este sentido la guerra supuso una ruptura total con el pasado.
Consecuentemente, se crearon dos tipos de literatura: la del exilio y la del
interior, que prácticamente vivirán incomunicadas hasta los años 60. De la
Generación del 27 se quedaron en España Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre y
Gerardo Diego, el menos incómodo con el Régimen. Al exilio se fueron la mayoría
de poetas, dramaturgos, novelistas e
intelectuales (Alberti, Cernuda, Salinas, Jorge Guillén, J. Ramón Jiménez, Alejandro Casona, Ramón j.
Sender, Ortega y Gasset, etc.). Lorca había muerto fusilado y Miguel Hernández
moriría en la cárcel poco después del final de la guerra. La literatura del
interior sufrió la férrea censura del franquismo, lo cual no evitó que
aflorasen novelas desarraigadas como La Familia de Pascual Duarte, 1942, y Nada de Carmen Laforet, 1944, y la pieza teatral Historia de una escalera, de Buero Vallejo, 1949. En poesía es
relevante el libro de Dámaso Alonso Hijos
de la ira, publicado en 1944, de claros tintes existencialistas y crítico
con el sistema. Estas obras suponen una
ruptura con el pasado inmediato y son innovadoras en sus planteamientos y
formas, compatibles con una cierta
desorientación, dadas las circunstancias del momento.
En este contexto La colmena, gestada
entre 1945-48, fue publicada en 1951 en Buenos aires por razones de censura y
supuso un un hito muy importante en la literatura española.
(Ver en el blog Cela y la novela social)