En el contexto de
experimentación y búsqueda de valores exclusivamente artísticos que se
desarrolla en España a principios del siglo XX, comienzan a escribir los
jóvenes poetas de la Generación
del 27. Las posibilidades de elección que tuvieron estos escritores en los
años 20 fueron mucho más variadas que las que habían tenido los modernistas de
principios de siglo. Podían seguir los pasos del Valle expresionista de los
esperpentos o imitar a Juan
Ramón Jiménez, quien, por entonces, perfilaba su poética de la poesía
desnuda. O, si lo deseaban,
podían dejarse llevar por la influencia de la poesía
pura de Paul Valéry o por los
movimientos de Vanguardia.
Todas estas corrientes fueron bien conocidas en España gracias a la Revista de Occidente, editada
por Ortega. Además, muchos de los escritores del 27 tuvieron la oportunidad de
convivir y compartir sus lecturas en la Residencia
de Estudiantes; así, se produce un intercambio de experiencias entre ellos
que provoca su interés por Bécquer, por la lírica tradicional o por la poesía de Góngora. Todos descubren a la
vez el Surrealismo francés
y, más tarde, juntos conocen y admiran a Pablo
Neruda, que llega a Madrid en 1934.
Se suele incluir dentro
del Grupo o Generación de 1927 a Pedro
Salinas, Dámaso Alonso, Gerardo Diego, Jorge Guillén, Rafael Alberti, Federico
García Lorca, Vicente Aleixandre, Luis Cernuda, Manuel Altolaguirre, Juan José
Domenchina, Emilio Prados y José Mª Hinojosa. El poeta Miguel Hernández no pertenece a la Generación del 27, pero
comienza a escribir bajo su influencia, en los años 20, y muere prematuramente
en 1942, por lo cual lo estudiaremos con los poetas del 27.
Una
generación literaria:
Algunos críticos han
cuestionado la idea de que los autores anteriores pertenezcan a una generación
literaria homogénea y bien definida. Lo cierto es que, de entre los requisitos
exigidos por el método generacional, los escritores del 27 sólo cumplen los
siguientes:
a) Sus nacimientos se
sitúan en una misma "zona de fechas" que va de 1891 (Pedro Salinas) a
1905 (Manuel Altolaguirre).
b) Presentan un talante
abierto, liberal y progresista que se refleja:
- En la amplitud de
conocimientos: En general, poseen una formación intelectual bastante semejante;
la mayoría cursó estudios universitarios, y todos ellos mantuvieron contactos
con el ambiente intelectual de las Vanguardias y de la Institución Libre
de Enseñanza.
- En sus opciones políticas:
su decidida defensa de la
República (sólo Gerardo Diego se alineó en el bando de los
sublevados) les costó la vida (Lorca) o el exilio interior (Dámaso y
Aleixandre) o exterior (todos los demás)
c) Mantuvieron relaciones
de amistad. Algunos de ellos vivieron en la Residencia de
Estudiantes, en Madrid. Todos acuden al Centro de Estudios Históricos, donde
trabajan algunos de ellos, asesorados por los estudiosos novecentistas Menéndez
Pidal y Américo Castro, sobre autores medievales y clásicos. También colaboran
en las mismas publicaciones, como la Revista
de Occidente y la revista Litoral de Málaga, fundada por
Altolaguirre y Prados. De hecho, existe una conciencia de grupo. Su nómina ha
sido establecida por ellos mismos en diversos ensayos.
d) Hay un acontecimiento
generacional que sirve para dar cohesión al grupo: en 1927, el Ateneo de
Sevilla organiza un acto para conmemorar el tercer centenario de la muerte de
Luis de Góngora. Casi todos los poetas citados participaron en dicho acto. Para
ellos, Góngora representa la voluntad de estilo y el preciosismo de la
metáfora, rasgos que también podemos encontrar en el arte nuevo.
Sin embargo, el grupo
incumple otras condiciones, como las siguientes:
a) No existe un líder
generacional, aunque todos se muestran bastante influidos por J.R. Jiménez.
b) No se da una ruptura
con las generaciones literarias precedentes.
c) No existe una estética
común.
A pesar de todo lo
anterior, es evidente que nos encontramos ante un grupo compacto, animado por la
misma ansia de renovar el lenguaje poético. Todos ellos se inscriben en el espíritu de renovación que afectó en los años 20 y 30 a la literatura europea y
americana. En realidad, representan la culminación
de la Vanguardia ,
la adopción, de un modo sincrético, de todos los descubrimientos realizados por
los Ismos.