viernes, 25 de noviembre de 2011

Cernuda, Donde habite el olvido

 Presentación:
  La biografía de Cernuda
 Luís Cernuda Bidón nace en Sevilla un 21 de Septiembre de 1902. Hijo de padre militar, se educó en un ambiente de rígidos principios. Ya desde pequeño se enfrenta a un choque entre unos valores familiares muy estrictos y la propia personalidad tímida y retraída del poeta. El poema "La familia" del libro Como quien espera el alba (1944) puede ser un buen testimonio de esos primeros años de la vida del poeta.

En esos primeros años marcados por la soledad descubre la literatura, y lo hace de manos de Bécquer, autor con el que su poesía presenta importantes contactos, tanto en sus primeros versos (Perfil del aire) como en otros libros posteriores (no debemos pasar por alto que el título del libro Donde habite el olvido está sacado de un verso de Bécquer).

En 1919 comenzó los estudios de Derecho en la Universidad de Sevilla. Allí conoció a Pedro Salinas, que fue su profesor e introductor serio en la literatura. En estos años descubre también a un autor francés que le influirá poderosamente, Andre Gide, y en el que encontrará el poeta sevillano un paralelo de sí mismo. En 1923, deja la Universidad para el servicio militar; ingresa en el regimiento de Caballería de Sevilla. En 1924, vuelve para seguir la carrera, la cual terminará en 1926. Asiste a los actos celebrados con motivo del tercer centenario de la muerte de Góngora, pero solo como oyente, aunque ya había conocido varios miembros de lo que sería denominado después la Generación del 27.

En 1928, Salinas le ayuda a conseguir una plaza como lector de español en la Universidad de Toulouse. Allí comenzará a redactar los poemas de lo que será su libro Un río, un amor, inspirado directamente en la música de jazz y blues (el poema "Quisiera estar solo en el sur" alude directamente a ella) y en el cine. Se muda a Madrid en 1929. Allí trabaja en la librería de León Sánchez Cuesta y se enamora de un tal Serafín que no le hizo ningún caso. A este amor corresponden los libros Donde habite el olvido y Los placeres prohibidos. Nunca negó su condición homosexual, factor por el que fue considerado siempre un rebelde, dada la mentalidad cerril y poco abierta de la España de Posguerra, "un país donde todo nace muerto, vive muerto y muere muerto", como dirá en Desolación de la Quimera. Aspecto también que le otorgaba siempre un grado de marginalidad, "como naipe cuya baraja se ha perdido" es una de sus frases más conocidas.

Al proclamarse la República, la recibe con ilusión, y siempre se mostrará dispuesto a colaborar con todo lo que fuera buscar una España más tolerante, liberal y culta. Como ejemplo de esto último tenemos su participación en la Misiones Pedagógicas y Culturales que organiza el gobierno de la II República desde 1934.

Estos años son también de compromiso y acción política: Cernuda se afilia al Partido Comunista por breve espacio de tiempo y colabora en revistas de marcado carácter izquierdista, como es el caso de El Heraldo o la revista Octubre, fundada por Rafael Alberti. Pero los primero años treinta son también los del descubrimiento por parte de Cernuda de la obra de los poetas románticos alemanes (Novalis, Heine, Hölderlin), así como el inicio de su faceta de traductor. Durante la Guerra Civil participó activamente desde las trincheras culturales organizando actividades de todo tipo, como es la fundación de la revista Hora de España, o la participación en el II Congreso de Intelectuales Antifascistas realizado en Valencia.

En 1938 viaja al Reino Unido, donde trabaja de lector de español en la Universidad de Glasgow, la Universidad de Cambridge y el Instituto Español de Londres, pasando los veranos en Oxford en compañía del pintor Gregorio Prieto. Ya no volvería más a España. Allí profundizará en la lectura de los clásicos ingleses y descubrirá la obra de autores que le influirán poderosamente, caso de T.S. Elliot.

En 1947, gracias a la mediación de su amiga Concha de Albornoz, consigue una plaza de profesor en la universidad norteamericana de Mount Holyoke, y logra por fin la ansiada estabilidad económica, y en la que permanecerá hasta 1952.

Pasó a México en 1952, donde se enamoró de un culturista, a quien están dedicados los Poemas para un cuerpo. Trató con Octavio Paz y con Manuel Altolaguirre.

Muere el 5 de noviembre de 1963 en la Ciudad de México y es enterrado pocos días después en la sección española del Panteón Jardín.

“Donde habite el olvido” de Luis Cernuda

En parte como homenaje particular a la Generación del 27, según propuso Antonio Solano en su blog hace unos días, y en parte para mostrar un interesante ejemplo de intertextualidad, os traigo hoy un poema de Luis Cernuda que figura entre mis favoritos. Se llama Donde habite el olvido y toma su título, así como buena parte de su inspiración de una rima de Gustavo Adolfo Bécquer, lo que supone un reconocimiento explícito de la huella que el sevillano y postromántico  Bécquer dejó desde muy pronto y para siempre en el también sevillano Cernuda. El poema  es éste:
Donde habite el olvido
Donde habite el olvido,
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo sólo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.

Donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.

En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como acero
En mi pecho su ala,
Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.

Allí donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya,
Sometiendo a otra vida su vida,
Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.

Donde penas y dichas no sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla, ausencia,
Ausencia leve como carne de niño.

Allá, allá lejos;
Donde habite el olvido.

Luis Cernuda (1902-1963)
¡Qué intensa expresión de dolor por no poder ser feliz, por no poder amar libremente, por no ser correspondido y sentir que el cuerpo te encadena a deseos inalcanzables que mueren sin goce posible, prohibidos, sin placer ni esperanza más allá de la niebla del olvido!
También podéis ver y escuchar el vídeo que han colgado en Youtube desde la página Poetas andaluces:

Pero, sin duda, el poema no puede entenderse del todo sin conocer antes la famosa rima LXVI de Bécquer, que dice:
Rima LXVI
¿De dónde vengo?… El más horrible y áspero
de los senderos busca;
las huellas de unos pies ensangrentados
sobre la roca dura,
los despojos de un alma hecha jirones
en las zarzas agudas,
te dirán el camino
que conduce a mi cuna.

¿Adónde voy? El más sombrío y triste
de los páramos cruza,
valle de eternas nieves y de eternas
melancólicas brumas.
En donde esté una piedra solitaria
sin inscripción alguna,
donde habite el olvido,
allí estará mi tumba.

Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870)
Mucho más recientemente, el cantautor Joaquín Sabina aprovechó también el verso de Bécquer para titular una de sus canciones del álbum 19 días y 500 noches. Se llama justamente Donde habita el olvido, y aunque gira en torno a una intensa pero fugaz relación amorosa, como el resto de las canciones del disco, algo guarda del tono melancólico y desesperanzado de sus maestros. Creo que vale la pena conocerla. Podéis escucharla y ver un fotomontaje en Youtube:

El título del poema y del libro, Donde habite el olvido, nos remite necesariamente al verso de Bécquer tantas veces mencionado y inspirador ("Rima LXVI") y nos señala de modo claro dónde se halla la inspiración y el profundo aprendizaje de Cernuda. No dejó casi nunca de ser fiel al surrealismo pero bebió en la más profunda fuente de Occidente: el romanticismo, concretando más - el romanticismo alemán. La poesía de Höderlin es su modelo cuando nos presenta al poeta frente a la hostilidad del mundo. La figura del diablo (no en sentido cristiano sino como encarnación de la beldad juvenil y de la rebeldía moral) la toma del poeta alemán.
Aprecia y gusta de la compañia de los poetas muertos. Cernuda lee además a Jean-Paul, Novalis, Blake, Colerdige, y los proclama miembros de su familia y siente hacia ellos como un eterno reconocimiento. Intenta ser digno de ellos y la mejor manera de serlo es afirmar su verdad, ser él mismo. Está es la lección profunda de los románticos. Los románticos ingleses, que descubre algo más tarde, están también presentes en su poesía. Terminará este largo recorrido en los grandes mitos del Occidente cristiano sin dejar, sin embargo, de ser romántico. Solamente el conocimiento de T. S. Eliot terminará moderando sus impulsos románticos cuando Cernuda ha llegado ya a la madurez.

Cernuda
Cernuda
Otro comentario recogido del blog Me pido la palabra, muy interesante para ver otros comentarios de otras de sus poesías
“DONDE HABITE EL OLVIDO”

El título está extraído a partir de un verso de Bécquer. El poeta da un nuevo giro a su poesía escribiendo un libro bajo este título. El romanticismo de Bécquer pasa por el cedazo del surrealismo con Cernuda. En este poema, como en el de Bécquer, se insiste en el motivo de la muerte. Pero en el poema de Cernuda el paisaje se ha despojado del ambiente romántico y el poeta establece una especie de monólogo interior.
Según Borges, “Sólo es nuestro lo que perdimos”, sólo lo que olvidamos es verdaderamente nuestro, porque no está sometido a la alarma del recordarlo. Primero necesitamos el recuerdo y luego el olvido. Un tercer paso sería el olvido del mismo olvido, y ésta es la forma que encuentra Cernuda. No es memoria como ansia de recuerdo, sino su olvido. Salinas dice: “Ha sido tan hermosa que no sufre recuerdo”.
Cada una de las secuencias de Cernuda están presididas por un “donde”, sin hallar la oración principal. La elipsis de esa oración estaría en el mismo proceso de intertextualidad: “allí estará mi tumba”, pero el poeta va más allá, en una escenificación del ansia de autoaniquilación. Bécquer situaba ese espacio en una tumba, mientras que Cernuda no ha querido concretizar ese espacio. El término “habitar” del título significa hacer nuestro un espacio. El poeta reflexiona aquí en la importancia de la memoria del olvido y cómo hay otras muertes: la física y la pérdida de la memoria, que es la muerte absoluta. Aparece un tono de desengaño de la experiencia amorosa que ha vivido el poeta.

1ª estrofa

En la primera estrofa se desarrolla un tópico romántico: la tumba abandonada. Esa “piedra” es la metonimia de la tumba, la inexpresividad total. Cernuda no sería “una piedra”, sino la “memoria de una piedra”. El paisaje inhóspito imposibilita la memoria. En esta primera secuencia el poeta escenifica la situación simbólica de esa “piedra”. El viento es quien circula por ese paisaje, trasunto del alma en pena. “Los insomnios”, son los insomnios de aquellos que habitan la imposibilidad del deseo.

2ª estrofa

Incide en la importancia de la memoria, mediante su opósito. Aparece una antropomorfización del tiempo (“en brazos de los siglos”). La negación “donde el deseo no exista” tiene como función subrayar la imposibilidad del mismo deseo.

3ª estrofa

Llegamos a una gradación ascendente, que encierra una contraposición: “el amor, ángel terrible”, “acero/ala”. Insiste en unir a la gracia erótico-amorosa el tormento que le acompaña.

4ª estrofa

Aparece una escala superior: la posesión. El amor intenta crear cercos para protegerse: “El amor significa desposeer al otro de su sombra”. El poeta muestra el carácter negativo del amor: la sumisión, la pérdida de identidad.

5ª y última estrofa

Se llega a la irrelevancia de todas las pasiones humanas, porque están sometidas a la relatividad del tiempo en que duran. El poeta recupera a partir del motivo del amor un ritmo descendente, asociando el amor a la ausencia. El poeta va al tiempo de la ignorancia de la niñez.
El poema termina con una mención a la niñez que nos conduce a los románticos: la exaltación de la niñez como el paraíso perdido por medio de la razón. A partir de la repetición del adverbio “allá” el poeta sujeta ese espacio que estaba ya implícito en “habite”. El ansia de fusión con lo absoluto es otro rasgo romántico.

Con este poema se inicia una clara declaración de principios: el tema del olvido y el deseo de autodestrucción por el desengaño amoroso.  El poema expresa el dolor por la infelicidad que le genera no poder realizar ese amor, no ser correspondido, mientras que el cuerpo lo encadena a deseos inalcanzables que mueren sin realizarse y cuya única esperanza es poder olvidarlos.




Cernuda