lunes, 8 de octubre de 2012

LA LENGUA DE LAS ACOTACIONES


La lengua de las acotaciones.
      El lenguaje de las acotaciones no suele ser un lenguaje literario, porque su función en la obra es absolutamente referencial (dar al director los datos precisos para el montaje); sin embargo, Valle convierte las acotaciones de sus obras en material literario, así que, además de su natural función referencial, cumplen también una función poética dentro del texto dramático. Y  esto lo hace por varios motivos.  Primero  porque Valle creía que una obra teatral era una obra completa en la que se podían unir lo dramático, lo lírico y lo narrativo. Tal es así que muchas acotaciones son imposibles de materializar en un escenario. Y en segundo lugar, estas acotaciones tan literarias permitían a los lectores visualizar, como si se tratase de una novela, una obra dramática de difícil representación, porque la dificultad de su puesta en escena y los problemas de censura, hacían poco probable que fuerA estrenada en un teatro comercial.


       En las acotaciones también encontramos los mismos extremos y contrastes que encontrábamos en la lengua de los diálogos. Junto al miserabilismo de “pringoso”, “fantoche” o “pelón”, una prosa rítmica plagada de rimas internas (“periodista y florista” , III; “versallesco y grotesco”,IV), bimembraciones (“una calle enarenada y solitaria”, IV), trimembraciones (“unos son largos, tristes y flacos; otros, vivaces, chaparros y carillenos”, IV) y enumeraciones (“greñas, pipas, gabanes repelados y alguna capa”, VII).
Es frecuente la aparición de metonimias (“el farol, el chuzo, la caperuza de sereno, bajan…”, XI), sinestesias (“borrosos diálogos”, III; “asfalto sonoro”, IV), comparaciones (“irónico como un ateniense, ceceoso como un cañí”, IV) y metáforas (“el marfil de sus sienes”, VII).
No podemos pasar por alto la presencia de imágenes sorprendentes y deslumbradoras: “Una ráfaga de emoción mueve caras y actitudes”, III; “del antro apestoso de aceite van saliendo deshilados, uno a uno, en fila india…” IV.
    Importantísima es la adjetivación y los sustantivos en las acotaciones  que, gracias a la superposición de imágenes pertenecientes a campos semánticos opuestos y disonantes, crean combinaciones esperpénticas como sinestesias: «Aire de cueva y olor frío de tabaco rancio», «Épico rugido del mar», «gritos internacionales», «en los ojos tristes un vidriado triste», «Mala sombra»;  sinécdoques que describen a los personajes sólo por sus rasgos más particulares ridiculizándolos mayormente: «Chalinas flotantes, pipas apagadas, románticas greñas», «Hongos, garrotes, cuellos de celuloide, grandes sortijas, lunares rizosos y flamencos», «La cabeza desnuda, humorista y lunático, irrumpe Max», «pipas, chalinas y melenas del modernismo», «Zaratustra, la cara de tocino rancio y la bufanda de verde serpiente». Un lugar importante mantienen las comparaciones: «los tres visitantes, reunidos como tres pájaros en una rama, ilusionados y tristes»; en esta, por ejemplo, se aporta un ejemplo más de animalización y de extravagante adjetivación, también aquí «los pecadores se achicharran como boquerones» o «Los obreros se reproducen populosamente, de un modo comparable a las moscas. En cambio los patronos, como los elefantes, como todas las bestias poderosas» o «¡Parece usted un chivo loco!».

Y todo ello organizado con una sintaxis descoyuntada que usa magistralmente los recursos de la puntuación que separan multitud de proposiciones subordinadas (acotación escena III), incisos, frases nominales..., con abundantes incisos, escuetas enumeraciones inconexas, ablativos absolutos, frases nominales, etc;