Un patio en el
cementerio del Este. La tarde fría. El viento adusto. La luz de la tarde, sobre
los muros de lápidas, tiene una aridez agresiva. Dos sepultureros apisonan la
tierra de una fosa. Un momento suspenden la tarea: Sacan lumbre del yesquero, y
las colillas de tras la oreja. Fuman sentados al pie del hoyo.
UN SEPULTURERO: Ese sujeto era un hombre de pluma.
OTRO SEPULTURERO: ¡Pobre entierro ha tenido!
UN SEPULTURERO: Los papeles lo ponen por hombre de mérito.
OTRO SEPULTURERO: En España el mérito no se premia. Se premia el robar y el ser sinvergüenza. En España se premia todo lo malo.
UN SEPULTURERO: ¡No hay que poner las cosas tan negras!
OTRO SEPULTURERO: ¡Ahí tienes al Pollo del Arete!
UN SEPULTURERO: ¿Y ése qué ha sacado?
OTRO SEPULTURERO: Pasarlo como un rey siendo un malasangre. Míralo, disfrutando a la viuda de un concejal.
UN SEPULTURERO: Di un ladrón del Ayuntamiento.
OTRO SEPULTURERO: Ponlo por dicho. ¿Te parece que una mujer de posición se chifle asi por un tal sujeto?
UN SEPULTURERO: Cegueras. Es propio del sexo.
OTRO SEPULTURERO: ¡Ahí tienes el mérito que triunfa! ¡Y para todo la misma ley!
UN SEPULTURERO: ¿Tú conoces a la sujeta? ¿Es buena mujer?
OTRO SEPULTURERO: Una mujer en carnes. ¡Al andar, unas nalgas que le tiemblan! ¡Buena!
UN SEPULTURERO: ¡Releche con la suerte de ese gatera!
Por
una calle de lápidas y cruces, vienen paseando y dialogando dos sombras
rezagadas, dos amigos en el cortejo fúnebre de MÁXIMO ESTRELLA. Hablan en
voz baja y caminan lentos, parecen almas imbuídas del respeto religioso de la
muerte. El uno, viejo caballero con la barba toda de nieve, y capa española
sobre los hombros, es el céltico MARQUÉS DE BRADOMÍN. El otro es el índico
y profundo RUBÉN DARÍO.
RUBÉN: ¡Es pavorosamente significativo que al cabo de tantos años nos hayamos encontrado en un cementerio!
EL MARQUÉS: En el Campo Santo. Bajo ese nombre adquiere una significación distinta nuestro encuentro, querido Rubén.
RUBÉN: Es verdad. Ni cementerio ni necrópolis. Son nombres de una frialdad triste y horrible, como estudiar Gramática. Marqués, ¿qué emoción tiene para usted necrópolis?
EL MARQUÉS: La de una pedantería académica.
RUBÉN: Necrópolis, para mí es como el fin de todo, dice lo irreparable y lo horrible, el perecer sin esperanza en el cuarto de un Hotel. ¿Y Campo Santo? Campo Santo tiene una lámpara.
EL MARQUÉS: Tiene una cúpula dorada. Bajo ella resuena religiosamente el terrible clarín extraordinario, querido Rubén.
RUBÉN: Marqués, la muerte muchas veces sería amable si no existiese el terror de lo incierto. ¡Yo hubiera sido feliz hace tres mil años en Atenas!
EL MARQUÉS: Yo no cambio mi bautismo de cristiano por la sonrisa de un cínico griego. Yo espero ser eterno por mis pecados.
RUBÉN: ¡Admirable!
EL MARQUÉS: En Grecia quizá fuese la vida más serena que la vida nuestra...
RUBÉN: ¡Solamente aquellos hombres han sabido divinizarla!
EL MARQUÉS: Nosotros divinizamos la muerte. No es más que un instante la vida, la única verdad es la muerte... Y de las muertes, yo prefiero la muerte cristiana.
RUBÉN: ¡Admirable filosofía de hidalgo español! ¡Admirable! ¡Marqués, no hablemos más de Ella!
Cuestiones
para comprobar la lectura con aprovechamiento del texto:
1. Explica la importancia de estos personajes ¿A quiénes
representan?
2. La melancolía
de la escena se percibe en la acotación. Señala los elementos que favorecen
dicho sentimiento.
3. Para el autor
el lenguaje es tan importante como el contenido. Buen ejemplo es el interés de
los personajes por elegir el término adecuado entre los tres sinónimos. Indica
cuales son y las distintas connotaciones que ofrecen las tres palabras.
4. ¿Cuál es el
tema de este fragmento? Indica su relevancia en la obra.
5. Sitúa la obra
en el contexto social, cultural y literario al que pertenece.