El clarín
Si las batallas de la cultura se
ganan y se pierden primero en el campo de la estética, antes que en terreno de
la moral, es evidente que la fiesta nacional, compuesta por un jolgorio
alrededor del sacrificio público del toro, estéticamente ya ha perdido la
batalla. Frente a la modernidad este espectáculo no aporta más que un residuo
de caspa histórica, como única baza en espadas. Todo lo que rodea a la corrida
comienza a parecer grimoso, hortera y pasado de moda si se compara con la
pasión que despiertan en la juventud los héroes del deporte. No obstante la
lidia de reses bravas, aunque agónicamente, persiste en los cosos durante las
ferias e incluso rebrota es su nivel más cutre en las ceremonias bárbaras del
toro de fuego, ensogado o alanceado en honor del santo patrón en los pueblos.
El argumento más sólido de la decadencia de la
lidia estriba en que los toreros no anuncian ningún producto. Las agencias de
publicidad no los requieren para incitarle a usted a beber juntos un refresco,
a comprar una marca de calzoncillos o a viajar a las Bahamas. Puede que a un
diestro más celebrado por la forma en que torea a sus novias fuera de la plaza
lo vista Armani, pero a ningún matador lo ha contratado el Corte Inglés, prueba
de que socialmente este oficio ya no se come una rosca. El rito de capear y
acuchillar toros con cierta destreza se halla cada día más alejado de la
mitología de los nuevos españoles
La primavera comienza con la Semana Santa.
Vírgenes lacrimosas con el corazón traspasado por siete espadas, Nazarenos
azotados por sayones, Cristos llagados y penitentes con cadenas discurren en
medio de una plantación de capirotes cuyo espantoso alarde no deja de ser una
morbosa exaltación de la violencia, una apología del terror, que pasma hasta a
los chinos. Esta liturgia religiosa da paso a la otra procesión de las
corridas, la hecatombe infame del verano, que llena este solar de puyazos,
degüellos, vómitos de sangre, moscas y descabellos. Ignoro si existen todavía
taurinos con rizos lorailo- lailo en el cogote, que crean que es elegante
fumarse un puro en la barrera de las Ventas en san Isidro, pero si se habla de
estética, está claro que a ese mundo el tiempo ya lo ha derrotado.
MANUEL VICENT 08/05/2011
Tema
Constatación de la indiferencia de la moda por el mundo de los toros / la decadencia de las corridas de toro/ tauromaquia/ Denuncia del anacronismo del mundo de los toros.
Ámbito periodístico
Tema recurrente y de interés social como es el cuestionamiento moral de las corridas de toros.
Un vocabulario dinámico: con rizos lorailo- lailo
Un colaborador habitual del periódico El País y un conocido escritor: el más refinado de los columnistas
Título llamativo para tratar la decadencia de los toros
Texto argumentativo:
Defiende una tesis: El mundo de las corridas de toros está en franca decadencia.
Estructura: La tesis se encuentra en los tres párrafos y, por tanto, la podemos considerar repetitiva o de encuadre
En cuanto a la argumentación, se vale de la ejemplificación ( no hay anuncios de toreros) y de comparación (es un espectáculo sádico comprable al de las procesiones de Semana Santa)
Uso del plural inclusivo
Artículo de opinión:
Léxico valorativo:grimoso, hortera, pasado de moda, etc
Figuras literarias, particularmente metáforas: hecatombe, héroes, batalla, etc.
convivencia del vocabulario culto y el coloquial: hecatombe, exaltación frente lorailo-lailo, no se come una rosca, etc.