EL GUGGENHEIM, EN LA "POLE
POSITION"
Siempre se vuelve al lugar del crimen. El museo Guggenheim de Bilbao,
levantado sobre lo que otrora fueron naves industriales y mugre
siderometalúrgica y erigido ahora en pabellón de la modernidad artística más
distinguida, se ha convertido por unos meses en garaje de motos. Para recorrer este camino de ida y vuelta
a los orígenes, la mole de titanio de Gehry ha devorado de todo: desde
esculturas de Serra y Chillida hasta instalaciones audiovisuales, desde
litografías de Miró hasta lienzos mastodónticos de Warhol. En etapas recientes
llegó incluso a servir como escenario de vídeo-clips musicales y hasta
de plató para las andanzas puerimatográficas de James Bond.
No seré yo quien ponga en duda el atractivo literario de una moto,
especialmente si viene montada por Kerouac o por James Dean. Pero, admitámoslo,
entre nosotros la más alta cota lírica alcanzada por el vehículo de dos ruedas
fue un exitoso tema de Los Bravos donde se expresaba el ferviente anhelo de
tener una motocicleta que me sirva para correr y una camiseta que tenga el
número diez. Haré uh, uh, cantaba Mike el vocalista, y agregaba acto seguido:
una gran moto que corra igual que un cohete espacial. Era, por así decirlo, la versión
pop de Mi Jaca-la que galopa y corta
el viento cuando pasa por El Puerto caminito de Jeré (lugar este, por cierto,
convertido hoy en uno de los santuarios moteros del globo)- o del carro
sustraído a don Manuel Escobar en alevoso acto de pillaje cuyas consecuencias han venido sufriendo nuestros oídos durante años.
Ignoro si hay jacas en los fondos de algún museo español. Carros sí, y a montones, pero siempre en el estricto ámbito
de los museos etnográficos. En cualquier caso, no es que los museos sólo puedan
acoger obras refrendadas por el canon artístico, sino a la inversa: una cosa se
convierte en arte desde el momento que es exhibida en un museo. Y aquí quiero acordarme
de mi admirado Joan Brossa y sus objetos imposibles, por ejemplo, o del arte povera
(que ya está bien representada en el mausoleo bilboyorkino), o de infinidad de objetos
dignos de la mayor estima como piezas de diseño industrial -el boli BIC, el
flexo, la fregona, los rulos de peluquería- que guardan cola para codearse con
picassos y modiglianis.
No discuto que un automóvil de carreras pueda ser más hermoso que la
Victoria de Samotracia, como sentenció Marinetti. Y comprendo el enojo de mi
amigo el motero, entusiasmado por el evento cultural al que está decidido a
peregrinar en su destartalada vespa jurásica, cuando le he leído las líneas que
anteceden. En cuanto al museo, celebro sinceramente
que, tras ocupar las portadas de revistas de arquitectura y artes plásticas, aparezca
resplandeciente en las de Sólo Moto y Sobre ruedas. Ahora, a por las de Cocina del
siglo XXI, aunque en este campo le está ganando terreno el Euskalduna. Todo sea
por el arte y por estar en la pole position de la
vanguardia
José María Romera
TEMA
Polémicas exposiciones pseudoartísticas en el Guggenheim
Crítica a ciertas exposiciones vanguardistas con pretensiones artísticas en el Guggenheim
RESUMEN
El
polifacético museo Guggenheim acoge actualmente una exposición temporal
de motos antológicas. Es difícil pensar que pueda considerarse arte, aunque ha
habido otros antecedentes semejantes. Parece
que lo moderno en el arte pasa, para muchos, por estas manifestaciones de la iconografía industrial y consumista con
discutible valor artístico.
En este caso debemos tener en cuenta que estamos con un texto escrito publicado en los medios de comunicación destinado a un público amplio al que se le busca convencer de una determinada idea sobre un tema no especializado. El registro que se emplea en este caso es altamente culto y formal por las amplias referencias culturales en forma de nombres propios que se distribuyen por todo el texto. Las escasas concesiones coloquiales del texto se justifican en el deseo de no distanciarse excesivamente del público. Para una mejor justificación de lo que decimos, procedemos a analizar el texto por niveles:
Por lo que a la sintaxis se refiere, conviven una oración simple (siempre se vuelve al lugar del crimen) con oraciones tan complejas como la del tercer párrafo (Y aquí quiero,,, con picassos y modiglianis) compuesta de 5 proposiciones y una extensión des cuatro líneas.
En cuanto al léxico, podemos decir que es muy diversificado, preciso y culto: hay muchos compuestos cultos (v. más abajo), muchas referencias culturales en forma de nombres propios (Victoria de Samotracia, Marinetti, James Dean, Warhol, etc.),abundantes cultismos (eventos, alevoso, canon, etc.). Sólo algunas concesiones al registro coloquial: mugre, boli, etc.
En lo que atañe a la morfología, se combinan numerosos nombres abstractos, nominalizaciones, compuestos cultos (litografía, siderometalugia, etc) y creaciones léxica (puerimatográficas y bilboyorkino) con el plural inclusivo (admitamoslo) y el acortamiento de palabras (boli).
En lo que toca a la entonación, la característica principal es la exclusiva entonación enunciativa y, consecuentemente, la renuncia a usar interrogativas, exclamativas etc. para manifestar la subjetividad.
Finalmente, cabe decir que la corrección ortográfica, el planteamiento racional y estructural de un texto argumentativo y su presiden todo el artículo por exigencias del medio en el que aparece publicado.
Tipología
A primera vista no resulta arriesgado atribuir
este texto al ámbito periodístico dada su referencia a una exhibición
actual del museo Guggenheim. A ello hay que añadir el léxico novedoso y
creativo de su autor (pole position,
puerimatográficos). El tema, por otra parte, es sugerente y de interés
social, y el título es llamativo para atraer la atención de los lectores.
Dentro de su ámbito pertenece al género de opinión por
su vocabulario valorativo (destartalada
vespa jurasica) y altamente irónico (todo sea por el arte); por el recurso
al nosotros inclusivo (admitámoslo) y
por el uso de la 1ª persona (no seré yo).
Lo más probable es que se trate de un artículo de opinión o columna. No hay que
olvidar que su autor es un colaborador habitual de “El Correo”. La convivencia
de una pródiga referencia cultural con coloquialismos es otra prueba más.
En cuanto a la tipología, podemos decir que estamos ante
un texto argumentativo expositivo, cuya tesis vendría a ser: todo vale para el
Guggenheim con tal de buscar la modernidad. Los numerosos ejemplos que esgrime
su autor para defenderla y la conclusión final a la que llega (Son un disparate
tales exhibiciones) avalan lo que decimos. La estructura es de encuadre porque se manifiesta al
principio y final del texto.
Las funciones que predominan son la apelativa
(convencer y orientar al lector) y la expresiva (ridiculizar tales
exhibiciones). El texto, por el registro es estándar (sin localismos y dialectalismos),
medio-culto (Por la cantidad de referencias culturales que aparecen) y formal
(si exceptuamos cierta sintaxis y
vocabulario coloquial que intencionadamente salpica el texto por razones
estilísticas).