Tema:
Crítica al abuso creciente de los selfies
Resumen: Muchos turistas se pasean por el palacio de La
Alhambra pendiente de hacerse infinitos selfies sin atender a las obras de arte
que los rodean. El nuevo bastón no ha
hecho más que mejorar, multiplicar y ponerse de moda. Es la expresión de la nueva
civilización, preocupada por un rabioso individualismo y desafecta de la
cultura y de las cuestiones sociales.
Tipología:
No cabe duda de que
estamos dentro del ámbito periodístico por el título tan atractivo que encontramos (el
espectáculo de los selfies), por el tema de actualidad y de interés social que despierta, por la
mención a una realidad cercana (En un
reciente viaje) y por el léxico moderno que utiliza (selfies, móvil, etc.).
En cuanto a la tipología es un texto más argumentativo que
expositivo. La tesis la encontramos al final (los selfies son la manifestación
del egocentrismo imperante) y es, por tanto, inductiva. Los argumentos que se
utilizan son los propios de la experiencia personal (la anécdota) y de
autoridad (la novela de Kundera). Hay una parte descriptiva y narrativa, la anécdota, que
está al servicio de la argumentación.
En lo referente al género, lo podemos enmarcar dentro de los
de opinión, más concretamente un artículo de opinión, puesto que encontramos la
referencia a la primera persona (me perdía, recordé, etc.), un léxico
valorativo (egocentrismo, autocomplacencia, perpleja), un plural inclusivo (el
nosotros) y la significativa firma de su autora.
Las funciones que
predominan son la expresiva, muestra de la opinión de su autor, y la apelativa,
que busca convencer al lector. El nivel de registro lenguaje es estándar, el propio
de los medios de comunicación.
3) La subjetividad en el texto
La subjetividad se corresponde con la función expresiva del texto, es
decir, la opinión. Como expresión de ello, en este texto tan subjetivo encontramos las siguientes manifestaciones:
Uso de la 1ª
persona: me perdía, recordé, etc.
vocabulario
valorativo en sustantivos (egocentrismo, autocomplacencia, uniformidad, insignificancia, banalidad), adjetivos ( perpleja, malvada, etc.)
Metáforas: filigrana, magia, etc.
sufijos afectivos (jovencita, espejito).
Orden subjetivo de
la oración. Poco le importaba...
Marcadores
valorativos: por supuesto, como una
turista más
Interrogación retórica que busca afirmar de manera retórica usando una pregunta:
¿Cómo olvidarlo.....?
Plural inclusivo para car muestras de su acercamiento a los lectores (el nosotros, nosotros mismos)
Uso de cursiva: selfies
hipérbole: infinidad de veces.
Metáforas: ombligo
hipérbole: infinidad de veces.
Metáforas: ombligo
Paralelismo: Poco importaba...,
poco importaba, Me la encontraba en, me la encontraba en...
A)
El texto se encuentra en el acto I de la obra dramática La casa de Bernarda Alba,
terminada de escribir por Federico García Lorca en 1936, justo dos meses antes de
que fuera fusilado. Para unos es un drama rural y para otros una tragedia. Se
trata del momento en que Adela se ha
enterado de que Pepe el Romano se va a
casar con Angustias, justo cuando se había puesto un vestido verde que
respondía a un momento de felicidad y libertad, La frustración que se lleva le
mueve a rebelarse contra todas sus hermanas, las cuales parecen resignarse al
destino que la madre les ha impuesto. Es el principio de la disidencia,
materializada en el color verde del vestido que rompe el luto impuesto por ocho
años por la madre, y el deseo de salir a la calle, prohibición obsesiva también
de Bernarda.
No estaba acostumbrado el público de entonces a escuchar de boca de las mujeres
frases tan sinceras y valientes relativas a la condición femenina y a sus
deseos. Rompía Lorca con el teatro comercial que venía representado por la
comedia burguesa de Jacinto Benavente (Los intereses creados), caracterizada
por el conservadurismo estético e ideológico. Algo tuvo que ver el viento
revolucionario que la República estaba alentando, al que Lorca no fue ajeno.
Desde el punto de vista de la producción dramática esta obra supone el
punto de máxima madurez de un dramaturgo que ha evolucionado desde las farsas y
el teatro de títeres de La
zapatera prodigiosa (1921) y Don Perlimplin con Belisa en su
jardín (1928), pasando por el
teatro más vanguardista de El
público (1930) y Así
que pasen 5 años (1931),
fruto de su viaje a Nueva York y Cuba, hasta llegar a la
gestación de Bodas de sangre (1933),Yerma(1934), Doña Rosita la soltera(1934)
y La casa de Bernarda Alba (1936). Excepto Doña
Rosita la soltera, las otras tres se pueden considerar tragedias.
El contexto de La casa de Brnarda Alba
El contexto de La casa de Brnarda Alba
La Generación del 98
había denunciado los males de España pero no había conseguido corregirlos
porque sus críticas apenas habían tenido repercusión política. El
analfabetismo, la mala distribución de las rentas y las tierras, la necesidad
de europeizarse y la transformación de la educación eran temas pendientes.
Durante el periodo de entreguerras, 1914-1936, España, al principio, con su
neutralidad durante el periodo de la Primera Guerra Mundial, consiguió cierto
grado de prosperidad con el aumento de las exportaciones a los países
beligerantes, beneficio que fue a parar a manos de los burgueses en
detrimento del proletariado, lo cual produjo la presión de los sindicatos
obreros y del nacionalismo catalán. Ese descontento dio lugar a la crisis de
1917 que aceleró el fin del sistema de alternancia de partidos. La
inestabilidad política y social, añadida al fracaso de las campañas
militares en África, desembocó en 1930 en la dictadura de Miguel Primo de
Rivera que, si bien templó los ánimos y consiguió ciertos éxitos económicos, no
logró crear un sistema político estable. La dictadura terminó voluntariamente
en 1930 y, dio paso, un año más tarde a la proclamación de la Segunda República
en 1931 - 1936,. Este periodo fue altamente revolucionario para el País y
se vio tristemente truncado por el golpe de estado de Francisco Franco,
que dio paso a una represiva guerra civil.
Desde el punto de vista
cultural, los años de entreguerras fueron un periodo de una actividad tan
intensa que dio lugar a la generación del 14 (Ortega y Gasset, Ramón Gómez de
la Serna) y a la Generación del 27. (Dámaso Alonso, Jorge Guillén,
Alberti, Lorca, Cernuda, Vicente Aleixandre, Gerardo Diego, etc.) Todos se
embarcaron en travesías distintas pero partiendo del afán de innovación que
perseguían colectivamentes. Convivieron con todas las vanguardias y
movimientos europeos (Dadaísmo, Creacionismo, Ultraísmo, Surrealismo o
Superrealismo). Los años veinte fueron años de experimentación y vanguardismos.
Sus componentes vivieron bastante ajenos a las cuestiones sociales y a la
dictadura. Fueron unos años de especial relieve cultural en todos los
campos desde músicos como Manuel de Falla o Joaquín Turina; pintores como Pablo
Picasso, Juan Gris, Salvador Dalí o Joan Miró, escultores como Mariano Benlliure;
cineastas como Luis Buñuel; intelectuales como José Ortega y
Gasset, Américo Castro o Claudio Sánchez Albornoz y eminentes científicos como
Santiago Ramón y Cajal.
Gran parte de la aparición de un elenco tan singular se lo debemos a la Residencia
de Estudiantes de Madrid, institución laica que reunió y potenció a muchos de
ellos. Lorca podría ser un ejemplo de lo que decimos: allí convivió con Luis
Buñuel y Salvador Dalí. La trayectoria literaria de Lorca fue muy cambiante:
pasó del neopopularismo al surrealismo en poesía; de la farsa al teatro
vanguardista de la época de su viaje a Nueva York y Cuba (1929) para terminar,
por exigencia lógica de los tiempos políticos, en su trilogía trágica (Bodas de
sangre,1933; Yerma,1934 y La casa de Bernarda Alba, (1936), terminada de
escribir un mes antes del golpe de estado.
Comentarios a los textos de la selectividad
de "El árbol de la ciencia"
“Andrés Hurtado, los
primeros días de clase, no salía de su asombro. Todo aquello era demasiado absurdo. Él hubiese
querido encontrar una disciplina fuerte y al mismo tiempo afectuosa, y se
encontraba con una clase grotesca, en que los alumnos se burlaban del profesor.
Su preparación para la ciencia no podía ser más desdichada.”
Corresponde este fragmento a la primera parte de una
novela de 7 titulada "El árbol de la ciencia", de Pío Baroja (san Sebastian, 1872-Madrid, 1956). La obra
fue publicada en 1911 y el tiempo de
ficción transcurre en los años previos al desastre de Cuba y momentos posteriores,
hecho mencionado en la propia novela. Es la tercera novela de la trilogía de La raza, compuesta por La dama errante (1908), La ciudad de la niebla (1909)y la novela
que nos ocupa. Para entonces Baroja era un consumado escritor de novelas. Había
escrito17. Su protagonista es un estudiante
de Medicina que va a iniciar su carrera
en Madrid y va experimentando una serie de decepciones y desencantos mientras
quiere encontrar un sentido a la vida. En este sentido podemos decir que es un
trasunto de la vida de Baroja. Cuando más tarde publique sus memorias, lo hará
repitiendo muchos fragmentos de esta novela.
En el texto vemos el despertar del protagonista a la
Universidad, en el cual se puede
constatar la desidia y abandono en que se halla esta, con el consiguiente desprestigio
de sus profesores. Fue este uno de los motivos de reflexión de los componentes
de la Generación del 98, quienes perseguían denunciar la situación de extrema decadencia
en que se hallaba la cultura y la educación en el país. En el fragmento podemos
encontrar la palabra "ciencia", que también aparece en el título del libro.
Para su autor esta no daba explicaciones al sentido de la vida(Todo aquello era demasiado absurdo) y,
ante esa tesitura, solo cabía entregarse al torrente de la vida sin reflexión
ninguna o alcanzar la ataraxia, una
especie de alejamiento o distanciamiento de la vida en el que sólo hay espacio para la compasión frente a los
que sufren, teoría del filósofo alemán Schopenhauer, del que Baroja era claro
seguidor. En el fragmento se pueden encontrar muestras del estilo de Baroja: oraciones
simples o compuestas sin mucha complejidad que intentan, en pocas líneas,
describir el carácter y las situaciones de la novela. Las partes se dividen en
pequeños capítulos que, de manera fragmentada, van componiendo un puzzle
entretenido y vivo.
Anexo:
Anexo:
Contexto, social,
cultural y literario y características de la Generación del 98
El año
1898 es conocido como “el desastre”. Las guerras coloniales que se iniciaron en
1895 terminaban con la derrota española. Fue el colofón a una época de
decadencia social y política
llamada Restauración, donde el
bipartidismo, la compra de votos estaban enquistados. A ello hay que añadir el
altísimo porcentaje de analfabetismo, pobreza y falta de desarrollo social de
la burguesía. Por el Tratado de París de aquel mismo año, España se vio
obligada a desprenderse de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, las últimas
posesiones del viejo Imperio español. Ese año fue un duro golpe para el país.
La gente más sensible y crítica se dio cuenta de su extrema debilidad y
buscaron las causas de esta situación. Estos hechos dieron lugar a una época
donde la renovación fue obligada y se hizo evidente la decadencia de la
monarquía. La sociedad española asumió un papel fundamental ante los cambios y
se vio representada por un movimiento cultural (literatura, ciencia, historia,
entre otros) llamado Generación del 98. El ambiente que se palpaba en la época
era de descontento porque la población vivía en un entorno atrasado y
miserable. Esta situación ayudó a que un grupo de intelectuales reflexionara sobre las causas de la decadencia y, cómo no, buscaran soluciones. Se sentían muy
afectados por la crisis de valores de finales de siglo. Este grupo llamado
generación del 98 lo comprenden un conjunto de escritores, pensadores,
científicos, artistas… que lucharán por la regeneración moral, social y
cultural del país. Estos escritores toman una actitud ante el problema. Buscan
el conocimiento de España viajando por ella, describiendo los campos, las
ciudades, los viejos monumentos, para intentar recrear literariamente la
historia del país. No se conforman con un acercamiento sin más al paisaje, es
un acercamiento bello, claro.
El
concepto de Generación del 98 es una creación
tardía de Azorín plasmada en unos artículos de 1913 y luego discutida incluso por algunos
de sus miembros, como Pio Baroja. Sin embargo, con el tiempo se ha convertido en una denominación
afortunada, que abarcaría a los que en un principio se denominaron el Grupo de
los tres -Azorín, Baroja y Ramiro de Maeztu, que publicaron un manifiesto en
1901, en el que daban cuenta de la descomposición moral de la sociedad y la
desorientación de la juventud, a los cuales se añade Unamuno, y posteriormente
Valle-Inclán y Antonio Machado, que no habían compartido las inquietudes
iniciales del grupo:
Nacen en fechas próximas.
Tienen una formación intelectual semejante
Comparten actitudes radicales de inspiración socialista y anrquista
Tienen los mismos gustos literarios.
Tienen a Larra como referente.
Tuvieron preopcupaciones existenciales sobhre el tiempo, el sentido de la vida y de la muerte.
Comparte un ansia de renovación del lenguaje literario.
Nacen en fechas próximas.
Tienen una formación intelectual semejante
Comparten actitudes radicales de inspiración socialista y anrquista
Tienen los mismos gustos literarios.
Tienen a Larra como referente.
Tuvieron preopcupaciones existenciales sobhre el tiempo, el sentido de la vida y de la muerte.
Comparte un ansia de renovación del lenguaje literario.
Cada uno de ellos buscó innovar en un campo
determinado: Unamuno profundizó en los ensayos y experimentó con la novela; Pío
Baroja generó un tipo de novelar característico que rompía con la del siglo XIX; Antonio Machado supo hacer de lo sencillo materia
poética y renovó, con su estilo el panorama de la poesía; Valle-Inclán renovó
el teatro, la novela y creó el esperpento; Azorín supo darle al ensayo un
estilo impresionista e hizo de las descripciones un estilo nuevo basado en los
pequeños detalles, etc. todos ellos se caracterizan, como generación, porque: (Por terminar)
Comentario al espectáculo de los selfies (ambas opciones plantean lo
mismo)
Mucha gente utiliza las fotos para dar testimonio de su paso
por las ciudades y paisajes que vista. De este modo una foto vendría a ser la traducción de yo y la Alhambra, yo y el Escorial,
yo y los montes Pirineos, etc. Hasta ahora se procuraba que ambos objetos,
la persona y el monumento salieran dando preferencia a la persona a costa de
sacrificar el encuadre del monumento.
Con los selfies se ha
conseguido potenciar las caras de las personas y ningunear al monumento. Ahora
son las caras de las personas, los amigos, los que ocupan arrolladoramente el
protagonismo de las fotos y marginan a extremos insospechados la relevancia de
los monumentos o paisajes. Cumplen estos selfies la misma función de certificar
su presencia en los lugares tópicos pero con la diferencia de ofrecer caras infladas por el
ojo de pez y anodinas en su reiteración. Debe ser duro asistir en casa de unos
amigos a un reportaje fotográfico de un viaje de verano con estos parámetros.
Habrá quien piense
que este abuso de los selfies es
inocente, irrelevante y hasta gracioso. Ojalá fuera una moda pasajera que
terminara agotada en su reiteración. De lo contrario, se estaría
ahondando en esa incomunicación global en la que quieren las ideologías
sumergir a todas las personas. Sería otra muestra de ese individualismo rabioso
que nos quieren imponer al rodearnos de aparatos hechos paradójicamente para
comunicarnos. Ya no cabe pedir a una tercer persona que se pare, encuadre y nos
fotografíe lo mejor que pueda para
devolverle las gracias y aprovechar su amabilidad para hacer otras preguntas,
si es ocasión. Se renuncia a la comunicación humana. Lo mismo que le pasa al presidente Rajoy cuando tiene que hablar
con Pedro Sánchez: renuncia a la conversación en presencia para manifestar su deseo virtual publicándolo de manera fría y distante en el tablón de
Twitter. El mismo caso de los empresarios que despiden por un
whatsapp a un empleado para no tener que pasar el amargo trance de ver a un ser
humano en tan dura tesitura.
En definitiva, el
yo crece de manera exponencial, tanto que arruina la sociabilidad de las
personas y arruina el mundo y la vida; los tapa o los ignora. Los selfies no
son otra
cosa que una manifestación más del egocentrismo global. Todo empezó con
un tal Narciso que vio su cara reflejada en la superficie del río.
Rasgos léxicos
Son muchos los rasgos
semánticos que dan cohesión a este texto. Me limitaré a subrayar los que
creo más relevantes y relacionarlos con
el contenido del texto.
·
Para la descripción de la escena inicial de la
que parte encontramos nombres concretos: guía, turista, bolso, etc.
·
Para la argumentación necesitamos conceptos
abstractos: convivencia egocentrismo,
conclusión, etc.
·
Y también nominalización: convivencia, egocentrismo, repetición.
·
Acorde con la descripción de la estampa que
recuerda su autora, encontramos el campo semántico de los lugares de la
Alhambra: Patio de los Leones, salón de los Abencerrajes, sala de las dos Hermanas.
Por lo que al tema se refiere, encontramos el del egocentrismo: egocentrismo, autocomplacencia, ombligo
(como metáfora).
·
En este mismo sentido, encontramos los
consiguientes arabismos: Alhambra, Albaicín,
nazarí, etc.
·
Por estar en el ámbito periodístico es lógico
encontrar neologismos y anglicismos: selfie
·
Prueba del registro culto encontramos compuestos
cultos: telefóno, egocentrismo
autocomplacencia.
·
Al recurrir a la argumentación sirviéndose
del principio e autoridad y al de
ejemplificación encontramos antropónimos. Milán kundera, Washington Irwing,
Blancanieves.
·
Al ser un artículo de opinión es comprensible encontrar sufijación afectiva
mediante diminutivos: jovencita,
espejito.
·
Al hablar de un viaje concreto, está justificado
encontrar topónimos: Alhambra,
Albaicín, Granada.
·
Etc.
Rasgos semánticos
· Acorde con el tema tratado es lógico, puesto que
se habla de los selfies encontrar el campo conceptual de la fotografía: pantalla, bastones, selfies, perspectiva.
· También el campo semántico de las salas del
palacio de la Alhambra: Sala de las Dos Hermanas, Salón del
abencerraje, Patio de los leones.
· En el mismo sentido se pueden encontrar familias
léxicas como viaje, viajero/ joven, jovencita.
· Para no ser muy repetitivo encontramos casos de
sinonimia correferencial: chica/jovencita;
Milán kundera /escritor checo/ bastones,
brazos o extensiones.
· También la sinonimia habitual para evitar la
repetición: insignificancia/banalidad
· Ineludiblemente se dan casos de repetición al
girar el texto sobre el egocentrismo y los selfies: ombligo y selfie se repiten varias veces.
· La denotación se encuentra en los nombres
propios de los lugares que visita (Sala
de las Dos Hermanas, Salón del abencerraje, Patio de los leones), en los
antropónimos de los escritores que menciona, y en la descripción de la escena
que sirve de partida para una reflexión.
· La connotación se encuentra, sobre todo, en el
léxico valorativo (complacencia,
egocentrismo, insignificancia, banalidad, etc.) y en las metáforas (ombligo, fiesta de la insignificancia).
Es la manifestación de la subjetividad de la autora.