Estilística de los tiempos verbales
El
texto gira en torno a un errónea suposición del autor del texto, la cual le
lleva a un análisis y descripción de su comportamiento.. A pesar de que
básicamente es una anécdota, una narración corta, el texto en su esencia
es un texto argumentativo expositivo. La anécdota sirve para sacar una conclusión:
los periodistas también se equivocan elucubrando. Por tanto nos encontramos esencialmente con los siguientes tiempos
verbales:
El pretérito imperfecto para describir y explicar una
situación en el pasado de dos parejas, la ficticia del la novela del autor y la real, que siguió en su momento el autor: Aparecía una
pareja, lo pensaba (yo), podían ir a la par, paseaban el uno detrás del otro,
etc.
Presentes atemporales para postular determinadas verdades o
juicios incuestionables y universales que le permiten teorizar al autor sobre las relaciones conyugales: La
soledad obligada te come el alma; no hay más que una vida; el único patrimonio
que tenemos, etc.
Presentes durativos para acciones que se extienden más allá del momento
puntual en que se habla, incluso pueden no estar realizándose en este momento: tenemos la osadía de contar cosas, nos las inventamos, eso no coarta
las elucubraciones, etc.
Pretéritos perfectos simples para relatar la anécdota del pasado; cuantos más haya, más progresa la acción:
arruinó, alcanzó, le puso, sonrió, se besaron, etc.
Modo subjuntivo, sólo un caso: valga la redundancia. se trata de un marcador discursivo valorativo que inserta aleatoriamente el autor cuando le parece procedente.