El graduado
Entre las víctimas de
la crisis se encuentra un numeroso colectivo de jóvenes que han perdido su
empleo y se ven ahora en la calle sin muchas esperanzas de encontrar otro. La
mayoría trabajaba en la construcción. Colgaron los estudios en tiempos de vacas
gordas, cuando la especulación inmobiliaria ofrecía oportunidades golosas:
trabajos poco cualificados pero bien retribuidos que hasta les hacían sentirse
importantes viendo cómo sus servicios eran requeridos en varias obras distintas
al mismo tiempo. Antes los capataces iban a buscarlos a casa, se los rifaban,
como quien dice. Hoy son ellos los que van de puerta en puerta mendigando no un
andamio, sino una simple escoba, un rastrillo, una gorra de aparcacoches.
La fantasía del dinero
fácil y la economía alegre les hizo menospreciar la formación escolar. Sus
profesores recuerdan aquellas discusiones sin salida en las que el argumento
utilitario bloqueaba cualquier otra razón: para qué complicarse la vida
hincando codos con la perspectiva de una universidad o unos módulos
profesionales tras los cuales esperaba el desempleo, teniendo al alcance de la
mano la posibilidad inmediata de ganar más que un arquitecto. Y el carné de
conducir, y el coche, y unas diversiones de fin de semana que nunca podrían
permitirse otros jóvenes sin ingresos.
Años más tarde,
expulsados del mercado laboral, sienten que alguien les ha estafado. Se les
puso a la cabeza de una sociedad eufórica y manirrota cuando en el país ataban
los perros con longaniza. Les atrajeron con el señuelo de un perfecto
equilibrio entre trabajo y diversión en esta tierra de Jauja, madre del ocio y
paraíso de los narcóticos no siempre ilegales. Hasta los inmisericordes bancos
se mostraban solícitos con ellos ofreciéndoles hipotecas de duración ilimitada.
Así que se apalancaron en el hogar paterno, disfrutando de su eterna y
confortable adultescencia confiados en un porvenir que nunca se les antojó
incierto.
Pero ahora empiezan a
volver sobre sus pasos, tratando de recuperar el tiempo perdido. Maldicen el
día en que decidieron dejar de estudiar. Convertidos en personajes becketianos
en busca ya no de la identidad -eso sería mucho pedir- sino del sustento,
acuden a las aulas en masa para sacarse el graduado. Ese título elemental ha
pasado a ser el Grial de su nueva cruzada en pos de la supervivencia, porque
sin el graduado ya no te admiten ni en los cástings de los programas-basura. El
problema es que la expedición los pilla analfabetos. Han invertido sus mejores
años en anquilosar sus cerebros. Todavía nadie se ha ocupado de calcular las
ingentes pérdidas de energía que esto supone para una sociedad que saldrá de la
crisis, si es que sale, malherida en sus órganos más vitales. Entretanto ellos,
que ni estudian ni trabajan, se consuelan pensando que por lo menos les han
puesto nombre, una etiqueta de aire jovial y desenfadado. Los llaman
'generación Ni-Ni'. En fin.
J. M. ROMERA, 16-04-10
1. Tema y resumen
(2 puntos)
2. Clasifique el
texto de manera justificada, según la tipología textual, el ámbito de uso y
el género textual (1 punto)
3. a) Estilística de los tiempos verbales (1
punto)
b) El registro culto y el registro coloquial
en el texto (1 punto)
c) Características léxico semánticas del
texto
4. Comentario personal
sobre “La fantasía del dinero fácil y la economía alegre les hizo menospreciar la
formación escolar.”,
argumentando a favor o en contra y utilizando la expresión lingüística adecuada
con coherencia y cohesión, riqueza léxica, variedad sintáctica y corrección
ortográfica.
TEM A: A) LA GESTACIÓN DE UNA GENERACIÓN PROBLEMÁTICA SIN
FORMACIÓN NI TRABAJO
B) LA DIFÍCIL SITUACIÓN DE UNA GENERACIÓN SIN
FORMACIÓN NI TRABAJO